sábado, 4 de julio de 2015

CASTRAPO

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor 



Hace tiempo que escuché hablar sobre el fenómeno del castrapo, que creo que hay quien también lo llama "chapurreau", que viene a ser una suerte de "gallego castellanizado" presente en algunas áreas de Galicia y, en menor medida, también de Asturias y León. Como cada vez voy conociendo más de la lengua gallega y analizando sus similitudes y diferencias con la lengua portuguesa (y no en vano en el pasado fueron lo mismo, aunque creo que en el presente no), me puse a bichear y encontré esto en youtube :



Valga decir que el último alegato "castelaoista" ya me hizo sospechar más de la cuenta, pues tengo a Castelao como la peor parte del galleguismo, con racismo antiandaluz incluido; cosa que no parecía incomodarle al mediocre muladí Blas Infante, con quien tan bien se llevaba, compartiendo el odio a la Reconquista y al patrocinio de Santiago sobre las Españas.

Con todo, dándome que pensar el vídeo, le consulto a Isaac Courel, un buen amigo del Bierzo, hablante de castrapo. Luego de ver el vídeo, me dice lo siguiente:

"Hay una cosa buena en esto de las lenguas. Cada uno habla como le sale de los cojones sin hacer caso de purismos inquisitoriales como el que exhibe el autor del video. Cuyo propósito, no nos engañemos, es otorgar carnés de mejor o peor gallego en función de la proximidad a su modelo de “gallego puro e ideal”. Eso no existe, como tampoco el gallego normativo de la enseñanza o la televisión gallega que luego nadie habla. Hay tantos idiomas gallegos como hablantes de gallego. Y hay tantas variedades de castellano como hablantes de castellano. Intentar normativizar es un esfuerzo que necesariamente conduce a la melancolía. Al final los esfuerzos de las academias, esos engendros del racionalismo ilustrado, no logran doblar el brazo a lo que el pueblo habla en la calle, siempre van por detrás, siempre se tienen que acabar tragando lo que hay, lo que la gente hace.

Los castellanohablantes de La Coruña no son menos gallegos que los demás por el hecho de no emplear el idioma gallego. Y los que hablan en el Barco de Valdeorras un castrapo más cercano al castellano tampoco por eso dejan de ser gallegos, ni lo son peores, ni hablan peor. En esto de las hablas no hay mejor ni peor, no hay superioridades ni purismos que valgan. Unos dicen cerrar, otros pechar y otros candar, como les salga de la puntalnabo. Lo que importa es entenderse.

Lo perverso es la utilización del idioma con fines políticos. Lo conocemos de sobra con el tema de los nacionalismos: en las Vascongadas, en Cataluña, en Valencia, en Asturias. Es cierto que para los manuales educativos hay que normalizar, y ello filológicamente lleva a la construcción de idiomas artificiales, poco conectados con la realidad a pie de calle o, por mejor decir, a pie de aldea, que es donde se conservan mejor los rasgos peculiares del lenguaje. Esa normalización lleva a la pérdida de riqueza, de peculiaridad, pero no hay otra forma de hacerlo, ésa es la labor de las academias. Lo malo son las imposiciones que desde ello pretendan derivarse.

En el caso del gallego ha habido mucha controversia. Hay incluso una tendencia radical del nacionalismo y del linguismo que propugna que el gallego no existe, que es portugués, y abogan por la desaparición de la Academia gallega y la implantación del portugués como idioma oficial y de enseñanza. Para ellos el gallego, y no digamos ya el castrapo, son idiomas degenerados por la contaminación del castellano. O sea que como ves hay para todo.

Afortunadamente para los que somos amantes de Portugal –y tú lo has sido siempre en gran medida- como de Galicia, sus gentes y sus hablas, estas controversias no llegan a calar en el común de la gente, que sigue hablando como lo hacían sus padres y sus abuelos sin hacer ni puto caso a lo que les enseñan en la escuela, lo que preceptúan las academias o lo que pretenden imponer talibanes como el que ha elaborado ese vídeo.

Un fuerte abrazo, amigo."


Lo primero que dije fue ¡amén! Acto seguido, me acordé de la cantidad de idiotas que intentan versar sobre las hablas andaluzas; unos, diciendo que es un "castellano mal hablado"; otros, escudándose en exotismos orientalistas de las mil y una noches; y ninguno, sin estudiar la presencia de arcaísmos castellanos, los términos que del bable y la fabla trajeron repobladores de distintos puntos del país, y la más que posible interacción con el romance mozárabe. Y por supuesto, sin reparar nunca en las lógicas evoluciones y asimilaciones de la gente; la que como dice mi gran amigo Isaac, al final es la que marca la lengua. Y la mejor forma para darle contenido a una lengua no es la imposición académico-política, sino leerla y escribirla; que así empezaron los regionalistas culturales en el siglo XIX con el Rexurdimento y la Renaixença; hasta que noramala todo aquello se politizó, hasta virarse insufriblemente surrealista.

Y bueno, eso de leer y escribir,  estos tiempos tan progres, oscuros y analfabetos, es decir mucho.

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