miércoles, 16 de julio de 2014

LOS SILBATOS FIGULINOS

 
Pitos de Andújar
 
ALGUNAS INCÓGNITAS SOBRE LOS SILBATOS FIGULINOS


Por Manuel Fernández Espinosa,
Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación,
Diplomado en Ciencias Religiosas, Ensayista y Antropólogo


Es algo que se ha dicho muchas veces, pero que pocos han reflexionado: cuando los misioneros peninsulares llegaron a América, los vascos podían entenderse en eusquera con los indígenas. El eminente filólogo D. Antonio Tovar (1911-1985) estudió el año 1956 en la Universidad de Tucumán (Argentina) las lenguas precolombinas, publicando "Catálogo de las lenguas de América del Sur" y no cabe atribuir a casualidad que el filólogo pucelano, por esos mismos años, publicara "El euskera y sus parientes". Pero las concomitancias entre los pueblos americanos anteriores a la llegada de los españoles con los pueblos de la Península Ibérica va más allá de coincidencias y similitudes entre las lenguas precolombinas y el vascuence. En el campo mitológico notemos la semejanza entre "Quetzalcóatl" (la serpiente emplumada de la cultura mesoamericana) y la "Sugaar" de los vascos, sobre la que dice José Miguel de Barandiarán (1889-1991) que: "El nombre SUGAAR significa "serpiente macho", "culebro". En la región de Atáun se dice que SUGAAR atraviesa frecuentemente el firmamento, en figura de una hoz de fuego" ("Mitología vasca", José M. de Barandiarán, Editorial Txertoa, San Sebastián, 2001). Son muchas más las semejanzas que pueden hallarse entre las antiguas culturas precolombinas y los pueblos ibéricos.
 
En ese capítulo queremos destacar hoy la tradición de los silbatos figulinos. En la Península Ibérica hay lugares en los que todavía perdura la tradición de los silbatos de barro, muy semejante a la que todavía existe en algunos pueblos de Iberoamérica. Podemos suponer que la ocarina sea un derivado más complejo que el primitivo silbato de barro: las ocarinas americanas de cerámica han adoptado, también lo han hecho los silbatos peninsulares, una gama morfológica diversa que va de las formas más simples (redondas o de tubo) al zoomorfismo y el antropomorfismo, también los diseños fantásticos o mitológicos. La cultura tairona (en varias regiones de la actual Colombia) destacó por su artesanía en cerámica, mostrando algunos silbatos característicos; la cultura mesoamericana de Remojadas (véase "El arte cerámico de la cultura Remojadas" de Felipe Sol), espléndida cultura que floreció en el siglo V a. C. en Veracruz (actual México) es conocida por mostrar una exuberante variedad de silbatos figulinos zoomórficos (animales domésticos o codiciadas presas de caza) y antropomórficos (niños sonrientes, rústicos o señores) que a su vez son flautas, silbatos u ocarinas. Estas figurillas -de una gran plasticidad y calidad artística, por otra parte- han sido halladas en los yacimientos arqueológicos, formando parte de los ajuares funerarios; no obstante, también se ha indicado su más que probable función lúdica. Son muchos más los casos en otras partes de Hispanoamérica donde encontramos estos peculiares silbatos de barro o cerámica bajo la forma de figurillas.
 
En el Mediterráneo encontramos objetos muy similares. Así tenemos los llamados "siurells" (también "xiulets") de Mallorca: aquí también tenemos un muestrario de silbatos de alfarería más o menos rudimentaria que adoptan la forma de animales, enanos, jinetes a caballo. Los estudiosos que han abordado esta peculiaridad balear la han vinculado con la cerámica minoica cretense, así lo hace Natacha Seseña (1931-2011) o el polifacético José Corredor Matheos (1929). Los siurells baleáricos son juguetes, pero todavía se emplean para acompañar algunos bailes tradicionales. En Ibiza, Cerdeña y Creta pueden verse silbatos emparentados con los siurells.
 
En la Península Ibérica los "pitos de Andújar" (provincia de Jaén) son los más populares, difusión que cabe atribuir a la fama nacional e internacional de su Romería de la Virgen de la Cabeza, por eso se les llama "piticos de la Virgen de la Cabeza" o "pitos de Andújar": se trata también de figulinos en barro blanco sin vidriar en sus ejemplares más antiguos, más recientemente el jinete a caballo se ha venido vidriando. Según las investigaciones de Enrique Gómez Martínez, los jinetes a caballo que son de las figuras más recurrentes en la cerámica andujareña, vienen haciéndose desde la Batalla de Bailén de 1808; en efecto, estas figuras ecuestres se hacen tocar por sombreros como los que llevaban los garrochistas que participaron en la Batalla de Bailén de 1808; Gómez Martínez también apunta que estos "pitos" de jinetes se hacían con intenciones de mofarse de los invasores. Así lo apunta este autor en su trabajo "'El Pito'. Instrumento musical popular en la Romería de la Virgen de la Cabeza. Andújar Jaén"; es en este trabajo donde también supone que las figuras con gorro frigio encuentran su origen en la Constitución de Cádiz de 1812; creemos que las figuras de gorro frigio empezaron a modelarse en Andújar un poco después, probablemente a raíz de la Junta de Soberanía Central de Andalucía de 1835 que sobre el papel, pero efímeramente en la realidad, convertiría a Andújar en capital de Andalucía; la tradición federalista en Andújar es considerable, recordemos que, más tarde, durante la I República Española, Andújar se proclamó Cantón Federal en 1873. Sin embargo, digamos que se han hallado figurillas de barro y cerámica, con gorro frigio, que se pueden datar en tiempos más remotos, pre-romanos.
 
El otro enclave donde se han preservado en la Península Ibérica estas figuras-silbato cerámicas es la villa y corte de Madrid, donde se les conoce como "Pitos del Santo", pues es en las fiestas patronales de Madrid (San Isidro Labrador) cuando proliferan, vendiéndose como juguetes. En cuanto a sus formas, parece que ha predominado la de pájaro. José Manuel Fraile Gil ha ofrecido algunas estampas del "Pito del Santo" diseminadas en la literatura española: Arniches, Pío Baroja que puede verse en la Revista de Folklore, de la Fundación Joaquín Díaz.
 
Como no podía ser menos, algunos indocumentados han querido encontrar el origen de estos silbatos (peninsulares y mediterráneos) en los pueblos musulmanes invasores de España e Italia meridional, lo cual es -bajo todos los conceptos- un despropósito. La antigüedad de estos objetos en el Mediterráneo se remonta a épocas anteriores a Mahoma y que algunos mahometanos adoptaran las tradiciones que se encontraron en los territorios sometidos por ellos (así como adoptaron el arco de herradura visigótico) no quiere decir que sean inventores de nada: atribuir el origen de estos silbatos figulinos a los musulmanes es confundir la flatulencia con la flauta, confundir el efecto con la causa. Mayores razones existen para alegar el parentesco de nuestros silbatos figulinos con el "niwawu" chino, tan parecido a la ocarina.

 
Recapitulemos:
 
-estas figuras-silbato, como hemos visto, pueden encontrarse en culturas iberoamericanas precolombinas así como en los pueblos de la Península Ibérica (donde el fenómeno viene conservándose en muy pocos enclaves), también en algunas islas del Mediterráneo (como las Islas Baleares).
 
-Es un objeto con función lúdica y función religiosa: se le ha encontrado en tumbas y se usa en romerías (Virgen de la Cabeza y San Isidro, cuyo origen es ancestral), tampoco podemos descartar el parecido que guardan estos silbatos-figulinos con los más antiguos exvotos hallados en los templos ibéricos.
 
-Según el lugar en que se ha mantenido la fabricación de estos objetos, los silbatos han podido tomar diversas figuras, sin que hayan permanecido fijados en formas inamovibles de una tradición inflexible: así los alfareros andujareños improvisaron con sus figuras-silbatos dándole la forma de jinetes con motivo de la Guerra de la Independencia.
 
-El origen de los silbatos de barro es tan remoto y enigmático que para despejar tantas de sus incógnitas, tal vez tendríamos que conjeturar un origen atlante; pues de otro modo no se explica que culturas separadas por el Océano Atlántico puedan compartir elementos comunes, aunque desarrollados étnicamente por separado.

1 comentario:

  1. He leído con interés el artículo y las referencias que se hace a los pitos de Andújar, aunque yo prefiero llamar "piticos de Andújar", según el viejo maestro alfarero Pedro Castillo. En julio de 1991 fui el pregonero de las fiestas de la Batalla de Bailén. En mayo de ese año, tuve una reunión con el alcalde de Bailén en el ayuntamiento y le relaté la historia y tradición de los "piticos de Andújar" a partir de las capitulaciones. A petición suya, le redacté el devenir de esta pieza singular de cerámica, que lo publicó en hojas volanderas, repartiéndolas durante las fiestas. Para completar “Algunas incógnitas sobre los silbatos figulinos”, copio a continuación mi aportación a las fiesta grande de Bailén de julio de 1991:

    LOS PITICOS DE ANDUJAR: CERÁMICA DE SIGLOS

    Los “Piticos de Andújar” hunden sus raíces en la antigüedad. Los iberos en Jaén, unos de nuestros primeros pobladores, ofrecían a sus divinidades –a semejanza de otros lugares de Andalucía- esculturas en piedra, bronce y barro que, dependiendo de la rogatoria, representaban mujeres fecundadas, animales, guerreros a caballo, etc.

    El arte de modelar y cocer la arcilla, unido al origen del hombre, evolucionó a través de los siglos. Con la romanización de nuestras tierras, llegaron nuevas aplicaciones de materiales y ornamentalidad. En Andújar, aprovechando la arcilla de buena calidad -«la terra sigillata»-, crearon un gran centro de producción que se extendió por toda la geografía latina, mostrando la máxima riqueza artística y figurativa. Le seguiría la etapa árabe que, por su asentamiento más estable, impulsó la artesanía alfarera con menos ornamentación pero de gran belleza decorativa estrictamente geométrica.

    En el siglo XVI se crearían las formas decorativas renacentistas basadas en grutescos, paisajes, escenas cortesanas, bucólicas, religiosas..., pero nunca dejando viejas formas artísticas y objetos de cerámica popular que, según el costumbrismo local, permanecieron adaptándose. Si siglos atrás aparecían guerreros a caballo, en la modernidad, cuando surgieron los caballeros toreros, primero alanceando toros y después -a partir del XVIII- rejoneando, los ceramistas los transformarían en jinetes. En la primera década del azaroso siglo XIX, algo tan útil y popular como los pitos de barro cocido para hacer ruido en las fiestas, formaría un solo cuerpo con la figura de estos jinetes.

    En 1808, la derrota del ejército francés en Bailén fue el motivo de la nueva creación popular. Obligados los franceses a venir a Andújar para firmar su Capitulación, serían recibidos por la población con los silbidos de “los napoleones” o “piticos” jinetes, ingeniosamente tocados con el gorro frigio para mayor burla y escarnio. Después surgieron otras figuras de barro, como «el picador», «el garrochista», «el torito», «el caballo aguador»..., de creación artesanal pero de gran policromía.

    La Romería de la Virgen de la Cabeza con su poder de convocatoria y el despacho real del 20 de octubre de 1801 concediendo a la Ciudad de Andújar el privilegio de Feria, han sido los dos eventos que, año tras año y sumandos siglos, han legado y divulgado esta manifestación artística, que hoy forma parte de la cultura de la provincia de Jaén y de otros lugares de Andalucía.

    Santiago de Córdoba Ortega
    Bailén, 19-VII-1991

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